Maria Branyas, la olotina que falleció el pasado agosto a los 117 años, dejó un legado de longevidad que ha fascinado al mundo. Considerada la persona más anciana del planeta por el Gerontology Research Group desde enero de 2023, tras el fallecimiento de Lucie Randon a los 118 años, su extraordinaria vida ha sido objeto de un exhaustivo estudio genético que tenía como objetivo desentrañar las claves de su longevidad.
Según la investigación, publicada por el Diari Ara y liderada por el doctor Manel Esteller, Branyas debía su longevidad a una microbiota más propia de un niño que de una persona centenaria, además de algunas variantes genéticas.
El estudio, el más completo realizado hasta ahora sobre una supercentenaria, revela que las células de Branyas funcionaban como si fueran 17 años más jóvenes que su edad cronológica.
Manel EstellerDoctor, líder del estudio
Entre los hallazgos destacan una notable presencia de genes relacionados con el control de infecciones, la regulación autoinmune, la protección contra el cáncer y la preservación de la función cognitiva en edades avanzadas. “Hemos encontrado uno de los metabolismos lipídicos más eficientes reportados hasta ahora, un rasgo vinculado a una vida prolongada y a la ausencia de demencia”, afirmó Esteller.
Otro factor sorprendente fue su microbiota, el conjunto de bacterias que habitan en el cuerpo y que desempeñan un papel clave en la salud. A diferencia de lo habitual en personas de edad avanzada, la de Branyas se asemejaba a la de un niño, lo que pudo haber contribuido a fortalecer su sistema inmunitario y a protegerla de patógenos.
Sin embargo,los investigadores enfatizan que no hay un único secreto detrás de su longevidad, sino una combinación de variantes genéticas raras que optimizaban funciones como el sistema inmune, la cardioprotección, la actividad cerebral y el metabolismo mitocondrial.
Maria Branyas nació en 1907 en San Francisco, hija de un periodista pamplonés y una catalana. Su infancia estuvo marcada por un viaje transatlántico en 1914, cuando su familia regresó a Catalunya en medio de la Primera Guerra Mundial. “Llegamos en barco. Debido a la guerra, Alemania atacaba el norte y tuvimos que ir por las Azores y Cuba”, recordaba.
Instalada en Catalunya desde los 7 años, vivió más de un siglo lleno de acontecimientos históricos: sobrevivió a dos guerras mundiales, la Guerra Civil Española y dos pandemias, incluida la covid-19, que superó a los 113 años en 2020. Durante las últimas dos décadas residió en la residencia Tura de Olot, donde dejó una huella imborrable.