El éxtasis de María Jesús Montero tiene nombre y apellidos

Un cartel de Harina de fuerza. Tres monjas en una cocina. Cabello de ángel como relleno de un bizcocho. Masa quebrada pinchada lentamente. Y al horno. Tal vez, lo de María Jesús Montero con Jordi Évole empiece así porque el horno no está para bollos. O, tal vez, como metáfora entre el cabello de ángel y la persona. O, tal vez, no. Y aunque ese inicio era para ver cómo preparaban unas monjas de Carmona sus famosas tortas inglesas, que se iban a comer María Jesús Montero y Évole, todos sabemos que Jordi Évole nunca da puntada sin hilo. Lo intentó, como lo intenta siempre con sus entrevistas, el problema es que las costuras de María Jesús Montero están cosidas con hilos de hierro.

Tanto tenía que preguntar Jordi Évole a la vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de Hacienda, vicesecretaria del PSOE y candidata socialista por Andalucía -ni el Rey Arturo acumuló tantos cargos-, que no le quedó otra que dividir Lo de Évole en dos programas. El primero, para conocer a la persona; el segundo, para que la persona convirtiese la entrevista en el acto de una campaña electoral. ¿Consiguió Évole su objetivo? Responder, respondió a todo, pero, ¿eran las respuestas que buscaba Évole? Seguramente, no.

Tenía curiosidad Évole por saber cómo la mujer que más poder acumula en la política española podía ser tan desconocida para la sociedad. Y es que María Jesús Montero se ha cuidado muy mucho de que se sepa lo justo y necesario. No ha querido, ni quiere, que por estar ella en la política las monedas de cambio o las balas de las pistolas sean su vida personal, sus hijas o su intimidad. ¿Lo ha conseguido? Pues si lo que quería el espectador era conocer a la María Jesús Montero privée con ver el primer capítulo era más que suficiente. Por contra si lo que buscaba era ver cómo salía María Jesús Montero de las preguntas sobre Ábalos, sobre Puigdemont, sobre Pedro Sánchez, sobre Andalucía, mejor el capítulo dos.

El dios de María Jesús Montero

¿Alguna coincidencia entre el primero y el segundo? Sí, el éxtasis, el delirio, la adoración, la pasión -ponga el adjetivo que quiera- de María Jesús Montero por Pedro Sánchez. La vicepresidenta primera del Gobierno es también (otro cargo más) la presidenta del club de fans del presidente del Gobierno, la fan number one, la groopie de las groopies de Pedro Sánchez. Para María Jesús Montero lo que diga y lo que haga Sánchez va a misa. Es una fe ciega en un Dios, su Dios, que puede ser el del Antiguo Testamento, cruel, castigador, delirante; o puede ser el del Nuevo Testamento, un dios en el que todo es amor, que María Jesús Montero le adorará sea uno o sea otro. Haga lo que haga, para María Jesús Montero, Pedro Sánchez es lo más.

Tal vez, esa adoración y ferviente pasión le venga de aquellos tiempos en los que María Jesús Montero encontró la política en la religión. ¿A que no lo sabía? Pues sí. María Jesús Montero era una adolescente religiosa y devota que encontró su pasión por la política gracias a un “cura rojo”, Manuel Mañofré. “Él nos educaba en la justicia social, las dignidades, el compromiso, el sacrificio, el esfuerzo. Y en esa sensación de que nada será posible si no te comprometes. Me parecía lo más. Iba a misa todo los domingos. Eran comunidades cristianas que querían recuperar el espíritu de las primeras comunidades”, explicó Montero. “Éramos cristianos, de izquierdas y hippies”.

Ahora sólo va a misa cuando se lo requieren, pero en aquellos tiempos, Montero era una fie devota que adoraba irse de convivencias, estar con los jóvenes y vivir bajo el manto protector de Dios. De hecho, se casó por la iglesia, aunque su marido (ahora ex marido y mejor amigo) no era creyente, y cantó al final de la ceremonia “el pueblo unido, jamás será vencido”, adaptado por ella misma como canto religioso. ¿A qué tampoco lo sabía?

Ante esto, a Évole no le quedaba más que preguntar si cree en Dios. María Jesús Montero cree en Dios. La pregunta es en qué Dios, en el que le enseñó Mañofré o en el que le ha enseñado Pedro Sánchez. Pues es que para Montero, Dios es algo espiritual, es “dedicar tiempo a pensar, lo que se hace mal, lo que se puede mejorar”. Lo que antes se llamaba el recogimiento. Évole le dio la oportunidad de hacerlo. Aviso, María Jesús Montero no la aprovechó. Es tan, tan, tan, tan creyente en el socialismo y en el Gobierno de Pedro Sánchez que por él se convertiría -y, tal vez, se haya convertido en su Juana de Arco. Si hace falta acabar en la hoguera, pues que la vayan preparando.

Por eso cuando Jordi Évole le pidió que hiciera un ranking del 1 al 5 de los presidentes de España, siendo el 1 el mejor y el 5, el peor, María Jesús Montero sólo tuvo claro el primero y el último. Ésta sí que se la saben. En el número uno, Pedro Sánchez; en el cinco, José María Aznar; y entre medias, sin tenerlo muy claro Felipe González, Rodríguez Zapatero y por descarte, el cuatro, para Mariano Rajoy. Y dirán, ¿Felipe González con la que les está liando? Pues es que tiene tan claro de que teclas debe tocar y cuáles no para provocar problemas en el PSOE que a Felipe González le da una de cal y otra de arena, pero con cuidadito, no se vaya a revolver. “Respeto que cada uno opine lo que quiera opinar, pero a veces me da pena, porque creo que este gobierno merece apoyo y confianza”. En realidad lo que cree es que Pedro Sánchez merece devoción absoluta.

Y entonces llegó el momento de las preguntas incómodas, de esas en las que el entrevistador, es decir, Jordi Évole, pone en un brete -o lo intenta- al entrevistado, es decir, a María Jesús Montero. Pues ni la insistencia, ni las preguntas en sí, ni nada de nada pudieron con el fervor de la vicepresidenta. Porque para ella, todo lo que hace Pedro Sánchez es perfecto y, por ende, todo lo que hace el Gobierno, también. La clave, lo dijo ella misma, para hacer las cosas hay que creer en ellas, y para que los demás las atiendan hay que explicarlas, pues “nosotros tenemos un porqué para explicar una amnistía, la ley de inmigración”, la reforma fiscal, la quita de la deuda… Montero se lo cree como el que se cree que Dios creo a Adán y Eva.

María Jesús Montero por Pedro Sánchez MA-TA

De hecho, tiene claro que aplicaría la ley de amnistía inmediatamente a Carles Puigdemont para que vuelva a España y “se cierre este capítulo que no se va a cerrar hasta que el señor Puigdemont no vuelva”. Defiende la quita de la deuda “porque beneficia a todos”, pero como “lo propusieron los nacionalistas se descarta sin ver que es bueno para todos”; defiende la ley de inmigración porque “el acuerdo al que hemos llegado es un acuerdo razonable y equilibrado que ahonda en algo que llevamos trabajando desde el principio que es el autogobierno”; defiende todo y no hay hueco en su armadura por el que colarse. Y, además, sabe venderlo a la perfección porque cuando alguien está convencido de algo hasta lo que no es, se lo cree.

Cuando Jordi Évole le preguntó por los cinco días de reflexión que se tomó Pedro Sánchez y por la carta que envió, María Jesús Montero, por ejemplo, cerró filas. Es que ella es de “lealtades”, tanto que cuando Susana Díaz peleó con Sánchez por la dirección del partido, ella era susanista, pero cuando perdió y Pedro Sánchez la llamó para formar parte del Gobierno, se fue y lo dejó todo. Ahora, de los sanchistas ella es la más sanchista.

“No hubo comunicación informal”, aseguró sobre las cinco jornadas de reflexión del presidente. “Me enteré como el resto de los españoles. Me quedé preocupada, pero pensé ‘cómo tiene que estar para haber solicitado tiempo muerto’. Necesitaba recogerse un poco y ver si tenía fuerzas para hacer frente a lo que le venía encima que eran ataques directos a su hermano, a su mujer. No me escribí con él. El presidente si hubiera querido hablar conmigo lo hubiera hecho. Siempre estamos a su absoluta disposición”.

¿Alguien de verdad se cree que un presidente del Gobierno anuncia cinco días de recogimiento para pensar si va a continuar y que no va a llamar a su número dos, a la mujer a la que más poder ha dado en el Gobierno y en el partido? Pues, según ella, no hubo llamada ni comunicación, pero dice que tampoco preocupación. Apaga y vámonos. Porque “hay muchos nombres en el PSOE para tomar el relevo”, pero Pedro Sánchez es “imprescindible”. No hay nada peor que creerse imprescindible. Porque para Montero, Sánchez es “decidido, valiente”. Y si tiene algún defecto, que lo duda, es que es “exigente”. Esto es como cuando vas a una entrevista de trabajo y te preguntan por tus defectos, siempre hay que decir defectos en positivo, nunca negativo. Pues eso.

Para Jordi Évole, después de reflexionar y hacer introspección, aquellos cinco días fueron un poco “frikies”. “Pues yo lo veo más como el acto de honestidad política en etapa contemporánea más importante que se ha producido. No me parece nada friki. Me parece auténtico. No lo vamos a volver a vivir en España ni en Europa”. Palabra de Dios, te alabamos Señor. Amén.

Está tan convencida de que lo que está haciendo el Gobierno de España es lo mejor, que cuando Évole le preguntó por si cree que determinadas decisiones le pueden pasar facturar, sobre todo ahora que es candidata socialista por Andalucia, ella contesta claramente que no porque “creo que lo importante es estar convencido de lo que uno hace y explicarlo con todas sus consecuencias”, las que sean, pero sin desfallecer, sin asumir la crítica, sin hacer autocrítica. Anoche pudo hacerla muchas veces, pero no, el que está convencido arrampla con todo. Y María Jesús Montero por Pedro Sánchez MA-TA.

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