Sobrevivir al Coliseum es como sobrevivir a una guerra. Salir indemne de Getafe es casi una utopía, un desafío de dimensiones complejas. Un feudo en el que algunos no jugarían, si tuvieran capacidad para elegir. Un estadio en el que hay más realidad que leyenda, porque allí se ganan y se pierden las Ligas. El Atlético de Madrid ha sido el último equipo en comprobarlo tras la remontada de los azulones en el tramo final (2-1). José Bordalás le aplicó al Cholo su propia medicina.
Lo advirtió Luis Aragonés, que la clave es llegar con vida a los diez últimos partidos porque es el instante en el que se deciden los títulos y los objetivos. El Atlético de Madrid llega con salud, por mucho que se haya estrellado en el muro de Bordalás. A expensas del duelo entre el Barcelona y el Osasuna, todavía se mantiene en la batalla por la Liga.
El Coliseum es uno de los estadios más complicados de la Liga. Un feudo en el que, por ejemplo, el Barcelona no sumó los tres puntos, como le ha ocurrido al Atleti. El Getafe es un equipo con características similares a los colchoneros, y siempre es más complicado vencer a tu doble que a tu antítesis. Costó que el marcador se moviera.
El duelo fue una oda al fútbol tosco y carente de emoción hasta el tramo final por la ausencia de ocasiones, con un juego lento en la circulación. El Atleti paseó a un perro más que mover el balón. Solo Griezmann lo intentó en una primera mitad en la que las áreas fueron zonas de acceso restringido. Alguno, de hecho, aprovechó para echarse la siesta.
Sorloth adelantó a los colchoneros. (Reuters/Violeta Santos Moura)
La ofensiva del Cholo
La victoria hubiera tenido una trascendencia enorme por meterle presión al Barcelona antes de su duelo aplazado. La derrota les ha impedido coger para energía para los octavos de Champions que todavía están por decidir. Eliminar al Madrid en la Copa de Europa es probablemente una de las peticiones de Simeone año tras año a los Reyes Magos.
El Cholo vio un partido gris y agitó el banquillo tras el descanso. Barrios, Correa, Sorloth, Lemar y Gallagher. Cinco cambios ofensivos que se tradujeron en una declaración de intenciones. Dormir líder no era moco de pavo. Y el Atleti sabía que tenía entre manos acabar de forma inmejorable la jornada.
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Bordalás le ganó por primera vez a Simeone. (EFE/Sergio Pérez)
La expulsión de Correa
Los cambios en busca del gol mutaron rápidamente en repliegue y reajuste en cuanto el VAR decidió que una mano de Alderete era penalti. Sorloth marcó con frialdad y levantó a todo el banquillo, eufórico por abrir el marcador en un duelo que apuntaba a empate. El guion era previsible hasta que entraron en juego las decisiones arbitrales.
El partido estaba prácticamente cerrado, con un Atleti bien replegado para cerrar el resultado. Pero llegó la expulsión de Ángel Correa, previa revisión, por un plantillazo innecesario. Fue entonces, en la jugada siguiente, cuando el Getafe apeló a la épica. Y logró el empate en una jugada a balón parado. La remontada no era un imposible.
La perseverancia del Getafe tuvo premio. Tras el empate, continuó la ofensiva hasta que Diego Rico lanzó un remate que impactó en Mauro Arambarri. Se señaló un fuera de juego inexistente y de nuevo entró en acción el VAR para cambiar la decisión del colegiado. Los azulones consiguieron el premio y sumaron los tres puntos.