La figura del médico, decisiva en un equipo profesional

El fallecimiento repentino del doctor Carles Miñarro ha supuesto un shock brutal en el seno del vestuario del FC Barcelona. No es para menos. Y es que Miñarro era un profesional excelente –si no lo eres no llegas a ser el médico de los cracks del Barça- y una buena persona, como relatan muchos testimonios de jugadores y técnicos que le han conocido durante su dilatada y exitosa trayectoria en otros equipos y disciplinas. Miñarro también era un tipo discreto, algo primordial en un profesional que conoce situaciones que atañen a la salud de profesionales de primer nivel, con toda la carga mediática que ello puede suponer. Porque además de todas las cualidades positivas que poseía, también su pérdida supone un golpe por lo que significa el fallecimiento del médico de un equipo profesional, el ángel de la guarda de jugadores y técnicos en momentos de zozobra deportiva y personal.

Y es que la figura del médico en un equipo de elite tiene una importancia capital, de ahí el shock que ha sufrido el vestuario azulgrana. Aunque era el segundo del doctor Pruna, que ha sido el responsable médico del conjunto culé durante muchos años, Miñarro ejercía de médico principal en bastantes desplazamientos y partidos porque se los turnaban. Por ejemplo, fue el primero en asistir a Marc Bernal y a Ter Stegen cuando sufrieron sus gravísimas lesiones de rodilla. Fue en su hombro en el primero que se apoyaron para salir del campo ‘rotos’, como fue su voz la que tuvo que transmitirles que pintaba mal su situación. Igual que tuvo que hacerlo con Hansi Flick, el entrenador, y con Deco, el Director de Fútbol. Y eso significa responder a preguntas y más preguntas de difícil respuesta en los primeros minutos tras una lesión dura.

Precisamente por eso, porque deben decidir en un momento y sin VAR (en su caso una ecografía o una resonancia) sobre la salud de un profesional en mitad de un partido, es tan importante la figura de tipos como Miñarro o Pruna. Y antes Til, Gil Rodas, Tramullas… Todos ellos doctores del primer equipo del Barça en las últimas décadas, que no han sido precisamente tranquilas. Los médicos se la juegan al momento, como tuvo que hacer Miñarro cuando Gavi, tras sufrir un fuerte golpe en la cabeza ante el Alavés, quiso volver a jugar. El doctor aguantó el tipo y tras hacerle las preguntas que marca el protocolo lo mandó al hospital a hacerse un escáner pese a que el centrocampista no quería irse del campo por ese espíritu combativo que le caracteriza y porque no quería dejar al equipo sin su concurso.

El doctor de un equipo profesional debe ser un profesional reputado, un gran diagnosticador, un tipo experto, valiente y decidido al que no le tiemble el pulso ante situaciones de estrés en que hay que ‘mojarse’ en cuestión de segundos. Es además el confesor de los jugadores, que preocupados le explican molestias que no le llegan al entrenador. También debe ejercer de psicólogo con aquellos futbolistas que tienen miedo a ‘romperse’ de nuevo tras una lesión o, al contrario, con los más osados que quieren jugar aunque estén en riesgo de lesionarse. Debe ser claro con el entrenador, que generalmente lo quiere saber todo para gestionar a la plantilla, y con el director deportivo, que desea tener información para saber interpretar según qué decisiones técnicas y para conocer cómo están los jugadores que llevarán al equipo al éxito o al fracaso. Y además es quien debe ‘mojarse’ en comunicados médicos y a la hora de pronosticar un tiempo de baja y una pauta de recuperación junto a los fisioterapeutas del equipo. Por si fuera poco, también deben elaborar tratamientos preventivos de lesiones y ordenar estudios de todo tipo con sus jugadores para tratar de mejorar su rendimiento. Y en los desplazamientos, si un directivo tiene una indisposición también le toca a él ocuparse.

Además, el médico no tiene horario ni días de fiesta porque si pasa cualquier cosa gorda, esté o no esté trabajando, su teléfono ‘quema’. Y después tiene que hacer de más cuando cualquiera de sus compañeros de vestuario le hace una consulta propia de carácter personal/familiar. ¿Quién mejor para interpretarte ese asterisco que sale en la analítica de sangre que el ‘doc’ con el que compartes el día a día? ¿O para mirar esa resonancia que le han hecho a tu padre o a tu suegra para que te lo expliquen todo con claridad? ¿O para buscarte un buen dentista cuando un dolor de muelas te atormenta? ¿O incluso un experto en estética para que una cicatriz fea no se note tanto, como le pasó a Cubarsí? Por no hablar de las consultas ‘pediátricas’, que también las hay cuando al hijo pequeño de algún jugador (pero también de cualquier otro compañero de vestuario) le pasa algo y no deja de llorar… 

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Por todo eso es tan importante el médico de un equipo profesional y, también por todo eso, el dolor que deja el fallecimiento del doctor Miñarro es tan grande.

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